En plena crisis económica las sociedades y sus trabajadores reclaman que esta situación no suponga un recorte en el gasto social y tampoco en los derechos sociales. La ciudadanía exige medidas para que los logros conseguidos hasta el momento no se vean mermados por la patronal aprovechando la actual situación económica. Siguen reclamando la reducción de la jornada laboral y se reivindica la flexibilización de los horarios para facilitar la conciliación de la vida laboral y familiar. De hecho, ya se han comenzado ha tomar algunas medidas, seguramente insuficientes, para favorecer esta última reivindicación.
Sin embargo, un problema que parece encontrarse en vías de solución para quienes trabajan comienza a ser un problema para el alumnado universitario. Dependerá de cómo se implante el conocido proceso de Bolonia. Un proceso que contrariamente a lo que muchos piensan, no ha terminado con la aprobación del mapa de titulaciones, tal y como apuntó el Rector en la inauguración del curso académico. El Espacio Europeo de Educación Superior exige una implicación del alumnado más activa y también una adaptación de los sistemas de evaluación. Queda en duda pues, los sistemas actuales donde la evaluación puede llegar a suponer hasta el 100% de la nota. Un sistema cuanto menos inadecuado teniendo en cuenta el nuevo modelo de enseñanza a implantar y que habrá que adaptar a la nueva realidad pero también a las necesidades del alumnado.
Los movimientos “antibolonias” llevan denunciando mucho tiempo que este proceso conllevará, entre otras cosas, un aumento de la jornada laboral de los estudiantes hasta superar las 40 horas semanales. Una escenario que, aunque en principio pudiera pensarse descabellado, no lo es si cuantificamos el tiempo que dedicamos actualmente al estudio de la carrera. Los estudiantes debemos rechazar todas aquellas metodologías que exijan al alumnado una asistencia a las aulas similar a la actual y además incorpore trabajos extraescolares. Estos sistemas obligarán al alumnado a dedicar más de 40 horas semanales. ¿No caminábamos hacia un modelo de autoorganización por parte del alumno de su tiempo? ¿No anunciaban una reducción de las clases presenciales a favor de esa autoorganización? Eso es lo que muchas veces nos han asegurado pero, ¿Quién va a controlar para que ello se cumpla? Estas son las preguntas a las que las Universidades deben dar respuesta. La UPV/EHU debe explicar y concretar las medidas que va a adoptar para lograr estos fines. De lo contrario, los universitarios viviremos una situación que tanto denuncian trabajadores y sindicatos negándonos la tan deseada conciliación. Ni que decir las consecuencias que pudiera ocasionar a todos aquellos estudiantes que necesitan compaginar el estudio y el trabajo. Una situación inasumible para ese sector del alumnado que, aunque pudiera ser reducido, no por ello es menos importante.
Muchas son las ocasiones en que se habla del trabajo como una fuente de ingresos para pagar los estudios y por ello reclamamos más dinero para becas. Sin embargo, nos olvidamos de una dimensión tan importante para la juventud como es el estudio; la necesidad de emanciparse. Es decir, la necesidad de tener una fuente de ingresos estable con la que ser autosuficiente. No hay que olvidar que la sociedad demanda cada vez mayor preparación y ello nos exige completar nuestra titulación con un master o un doctorado terminando los estudios con una media de 25 años. ¿Con qué edad pretenden que empecemos a trabajar los jóvenes? La solución para conciliar formación y emancipación no pasa por la convocatoria de becas. Y menos la beca salario. No es una cuestión de prescindir de la necesidad de trabajar sino de facilitar la conciliación de ambas condiciones. Para ello, las Administraciones Públicas y particularmente la Universidad debe adaptar toda su normativa interna –desde los Estatutos hasta la normativa de Gestión- y tener presente estas situaciones. De nada nos vale que leyes y decretos reconozcan derechos como “el de no asistencia a clase” si en la práctica no suponen ninguna ventaja para el alumnado
¿Qué implica para el alumnado vasco el “Derecho a la no asistencia a clase”? ¿Qué medidas van a tomar la Administración para garantizar el “derecho a la conciliación familiar y laboral” que propone el Estatuto del Estudiante? Estas son algunas de las preguntas que cualquier estudiante se realiza cuando lee la normativa y contrasta con la realidad. Preguntas que deben ser respondidas por las instituciones implicadas. Hoy en día, desde algunos sectores del alumnado estamos trabajando para que esta situación cambie. Se ha propuesto que se reconozca la figura del “estudiante a tiempo parcial” lo que ayudaría a esa conciliación. Pero no debe caer en otro reconocimiento más sin efectos prácticos. Debe conllevar necesariamente reformas importantes y medidas concretas dentro de la Universidad flexibilizando sus normativas de permanencia y adaptando los sistemas de enseñanza y evaluación. También deberá el Gobierno Vasco adaptar las ayudas y becas a esta nueva realidad borrando de sus bases, requisitos tales como la necesidad de estar matriculado en un curso completo.
El papel lo aguanta todo y reconocer derechos es fácil si luego no se tiene la menor intención de hacerlos efectivos. Es ahí donde es importante que los estudiantes estemos alerta para exigir que se hagan realidad los derechos reconocidos en la legislación universitaria. Así estamos haciéndolo y seguiremos en esta línea tanto desde el Consejo de Estudiantes de Bizkaia como en aquellos órganos donde Lurgorri tiene representación. Estoy seguro que habrá buena receptividad por parte del equipo rectoral de la UPV/EHU a tenor de la buena relación que ha existido durante el curso pasado. No obstante, estas respuestas deberán ser aclaradas por las Universidades este curso antes de entrar de lleno los nuevos planes para que la implantación de Bolonia sea completa. Creo de igual modo que el Gobierno Vasco establecerá canales por los que podamos trasladarle cuantas demandas surjan del alumnado a fin de valorarlas. Del mismo modo que estimo necesario que asuman como propio la necesidad de que el alumnado participe en órganos como UNIQUAL muy acorde con la necesidad de que “los jóvenes sean el centro del sistema universitario” tal y como ha apuntado la Consejera de Universidades en la apertura del Curso académico de la Universidad de Deusto. De lo contrario se estará actuando de espaldas al alumnado y sin escuchar a quienes tenemos algo que opinar.